Hace ya dieciocho años despertaba sueños en los demás sin haber siquiera nacido. Corría el año 1991 por las venas de sus padres mientras el mundo se peleaba en la guerra del golfo.
Pasaron los años y aquella niña creció rodeada por el amor de una familia y el odio a aquellos kilos de más.
Delfines que más tarde se convertirían en amigos la atormentaron, pero nada derrotó a la princesita que aún se aloja en su interior. Despacio pero con fuerza, conquistó cada rincón del mundo, a pesar de no haber pisado ninguno de aquellos lugares con los que soñaba.
Muchos desearán conocerla, muchos otros jamás compartirán sus buenos ratos, y para otros será la mujer que nunca tendrán; porque es tan especial que es un regalo compartir el tiempo con ella.
A pesar del avance de las agujas del reloj, la ingenuidad la abrazó tan fuerte que le dejó una huella imborrable, haciéndole hasta pensar en la personificación de aquel gato llamado Loki.
Cientos de tazas de café más tarde y el doble de sobres de azúcar, después de amigos que se van y muchos más que llegan para quedarse, el Don Tito salió de su vida como otras cosas efímeras; y llegaron costumbres y nuevas aficiones de la mano de personas que como ella, detestan la Coca-cola.
Endulzó mi vida; y su sonrisa, como quien reta a la muerte a juguetear, alcanzó las estrellas con las manos. Sus piernas conquistaron miradas y su pelo me trajo la paz de una fragancia infantil que no quiero olvidar jamás. Las pequeñas cosas, simples historias que procuraba mantener vivas en fotografías, quedaron ocultas entre sus sueños rosas; sueños, en los que se imaginaba desenvuelta entre un París oscurecido por la noche, en tacones, donde solo las luces de las calles alumbraran sus deslumbrantes ojos.
La banda sonora de mi vida va con ella, solo sé cuántas risas matará el día que se marche, porque vivir sin ella significará haber perdido mis alas.
Estoy orgullosa hasta del aire que respira y temo el día en que no me necesite.
Quisiera adivinar que estará a mi lado para siempre, siempre...
Ahora se desnuda frente a mi su decimoctava primavera, y sé que soy libre por ella, soy feliz por ella y sí, un poco más grande por ella.
Eres un ángel Marta, un verdadero ángel...
Gracias por existir, y felicidades.
Pasaron los años y aquella niña creció rodeada por el amor de una familia y el odio a aquellos kilos de más.
Delfines que más tarde se convertirían en amigos la atormentaron, pero nada derrotó a la princesita que aún se aloja en su interior. Despacio pero con fuerza, conquistó cada rincón del mundo, a pesar de no haber pisado ninguno de aquellos lugares con los que soñaba.
Muchos desearán conocerla, muchos otros jamás compartirán sus buenos ratos, y para otros será la mujer que nunca tendrán; porque es tan especial que es un regalo compartir el tiempo con ella.
A pesar del avance de las agujas del reloj, la ingenuidad la abrazó tan fuerte que le dejó una huella imborrable, haciéndole hasta pensar en la personificación de aquel gato llamado Loki.
Cientos de tazas de café más tarde y el doble de sobres de azúcar, después de amigos que se van y muchos más que llegan para quedarse, el Don Tito salió de su vida como otras cosas efímeras; y llegaron costumbres y nuevas aficiones de la mano de personas que como ella, detestan la Coca-cola.
Endulzó mi vida; y su sonrisa, como quien reta a la muerte a juguetear, alcanzó las estrellas con las manos. Sus piernas conquistaron miradas y su pelo me trajo la paz de una fragancia infantil que no quiero olvidar jamás. Las pequeñas cosas, simples historias que procuraba mantener vivas en fotografías, quedaron ocultas entre sus sueños rosas; sueños, en los que se imaginaba desenvuelta entre un París oscurecido por la noche, en tacones, donde solo las luces de las calles alumbraran sus deslumbrantes ojos.
La banda sonora de mi vida va con ella, solo sé cuántas risas matará el día que se marche, porque vivir sin ella significará haber perdido mis alas.
Estoy orgullosa hasta del aire que respira y temo el día en que no me necesite.
Quisiera adivinar que estará a mi lado para siempre, siempre...
Ahora se desnuda frente a mi su decimoctava primavera, y sé que soy libre por ella, soy feliz por ella y sí, un poco más grande por ella.
Eres un ángel Marta, un verdadero ángel...
Gracias por existir, y felicidades.
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