Abel fue más rápido que el aliento de Ana al desaparecer de entre sus sábanas y ella sin embargo esperó hasta ver desangrar las yagas de dolor surgidas tras aquel hondo portazo.
Arrancaron a Pedro de los brazos de su madre.Ahora la inocencia le impide comprender que la pobreza es otra raza más del mundo.
Teresa y Alberto encerraron en un beso 100 años de vida, y cruzaron las puertas del paraíso de la mano.Dichosos aquellos que logran no morir de pena.
Carlos tuerce la llave, tras el pasillo a la izquierda duerme Daniel: Uno respira, el otro sonríe.
se te da bastante bien la verdad, ya x aki tienes a alguien k entrara a menudo a mirar k tienes nuevo, mis felicitaciones, no todos los dias vez tan buenos textos
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